El perdón difícil de la Plaza de Bolívar ¿Tercer elogio de la locura?

Autor: Fernando Vargas Valencia

 

Para mi madre y mis abuelas.

«Cuando se me olvida el tono, en dónde estaba
y de dónde he sido,
me compongo y lo desolvido»

Edson Velandía y Adriana Lizcano

 

El pasado tres de octubre de 2023, el equipo del Ministerio de Defensa lideró un difícil y memorable acto de reconocimiento de responsabilidad con ocasión de las ejecuciones extrajudiciales que se presentaron de manera sistemática y masiva en Colombia como una bochornosa combinación de ingenio, crueldad, codicia y fanatismo.

 

Las madres y familiares de quienes fueron secuestrados, torturados, asesinados y presentados por miembros de la Fuerza Pública como bajas en combate en Colombia, con su voz rota como un cántaro de sangre, nombraron lo innombrable y a los innombrables.

 

El actual ministro de defensa de la República de Colombia, Iván Velásquez, fue interpelado como una persona en situación de desplazamiento forzado en la humildad y dignidad de su albergue: “Usted no debería pedirnos disculpas, los responsables son otros”, le insistieron y esos nombres surgieron para recordar el privilegio en el que se encuentran quienes, en el sentir de las huérfanas de sus hijos, dieron la orden.

 

Como el perdón que las transiciones suelen exigir a las víctimas, el acto fue más que difícil. La historia habrá de evocarlo como el Perdón difícil de la Plaza de Bolívar.

 

Las madres de Soacha serían a partir de entonces las Madres de la Plaza de Bolívar en un golpe de dignidad en la historia, sumándose al poder de la memoria que inauguraron sus antecesoras y pares en la lucha por la verdad, las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo.

 

El discurso del ministro Iván Velásquez hace evocar El nuevo elogio de la locura que en la década de los años 80 del siglo XX escribiera Julio Cortázar en defensa de esas madres y abuelas desafiantes de las narrativas que quisieron imponer los vencedores en Argentina. No tardarán las mentes retardatarias en ignorar la secuencia poética que seguramente inspira dicha evocación.

 

En aquel entonces, las fuerzas militares de Argentina estaban experimentando cambios de mando en el marco de la emergencia de la implosión de su ignominia. Era el tránsito entre Viola y Galtieri como anuncio del fin de la dictadura y del aura de muerte que ésta habría impuesto sobre el país de “la barbarie y los modales europeos, el país de los inventos, Maradona y los misterios del lenguaje metafísico del gran resentimiento”, como lo describe una canción de Fito Páez.

 

No era una transformación radical del poder militar, pero si, como indicaba Cortázar, una sucesión de generales producto de la insistencia de las Madres de Mayo que, entre otros logros, llevó a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitara el país y confirmara las denuncias por crímenes de lesa humanidad imputables a la junta.

 

En aquel entonces, los militares tildaban de “locas” a las Madres de la Plaza de Mayo. A nuestras Madres de la Plaza de Bolívar también las llamaron así los dictadores disfrazados de saco y corbata, tan parecidos a los de la Argentina azotada por las desapariciones forzadas y las torturas bajo el eufemismo del “gobierno cívico-militar” o de su versión actualizada como “seguridad democrática”.

 

En este acto de reconocimiento del 3 de octubre de 2023, esa alusión a la locura volvió “a echar a volar (esta vez en la Plaza de Bolívar de Bogotá, Colombia) una inmensa bandada de palomas que habría de cubrir los cielos del mundo con su mensaje de angustiada verdad” como dijera Cortázar en 1982, porque nuestras Madres insistieron en reconocerse como las locas que, a través de un camino doloroso y largo por las sendas de la justicia, desentrañaron y develaron los secretos más repugnantes de una democracia acribillada por quienes debieron cuidarla y defenderla.

 

Varios filósofos y filósofas del dolor en occidente vienen insistiendo en que, entre la violencia y el amor, media la justicia. La lucha por la justicia es entonces el horizonte de estas utopistas políticas que son las madres de “corazón desierto”, “buscadoras de rastros y de huellas que llegan a su fin” que “esperan justicia en soledad”.

 

Este acto difícil, probablemente opacado por el carácter falible del ser humano, fue, ante todo, un acto de justicia. No representa en sentido estricto una culminación de las incansables luchas de las madres de quienes estuvieron de más para la embriaguez codiciosa de anteriores mandos militares y civiles, sino el comienzo de una conciencia posible en la que, cuando menos, los generales en ejercicio del mando también empiezan a pedirles perdón a las víctimas de sus antecesores.

 

El amor es la búsqueda del sentido a través del reconocimiento de la inocencia del otro. Es la inocencia de estas madres y de sus hijos la que nos interpela críticamente respecto de la ilegitimidad del presente como punto de partida para construir un futuro en el que no vuelva a presentarse un dolor inconmensurable como el de ellas. Ese dolor amoroso o ese amor dolido de las que luchan por hacer presente lo ausente, nos resitúa y deslocaliza invocando el poder transformador de la indignación y la vergüenza.

 

El ministro Velásquez habló desde la vergüenza y su mensaje fue una bandada de pájaros que no se puede llevar el viento, al menos porque fue lanzado de cara al sol y no en la misma clandestinidad en la que echó raíces el cuarto de torturas.

 

Seguimos entre la violencia y la justicia, en la línea rota en la que la indignación y la acción levantan su albergue. Falta mucho para el amor, pero hoy el Estado se ha dado a sí mismo un golpe de arrepentimiento que contribuye a zanjar el largo y sinuoso camino de la utopía de la no repetición.

 

Gracias ministro. Gracias a su equipo de mujeres y hombres comprometidos con esa utopía. Gracias, Madres de la Plaza de Bolívar por ser avisadoras del fuego que algún día hará de Colombia el lugar donde, como escribió el poeta Aurelio Arturo, “el verde es de todos los colores”. ¡Qué viva la locura de quienes no se cansan de luchar por obtener verdad, justicia y reparación!

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra
WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE
Abrir chat
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?